martes, 11 de octubre de 2011

We are in the sea, the wild sea

Diario de a bordo:
Mi primer día en alta mar ha sido algo horrible. Para empezar, comí una mariscada en mal estado y me puse fatal fatal, llevo toda la noche en el baño. Los desagradecidos de los marineros no se han ofrecido a traerme ningún medicamento, solo porque les obligué a cenar en el suelo y les quemé las sillas para demostrar mi supremacía divina para con ellos. Ah, y su mariscada se la dí a los gatos/ratas, y se lo sustituí por algo mucho más nutritivo: sopa de ajo. Ay que ver que gente tan rencorosa.

Grimaldi me da ánimo y consuelo. En realidad fue su culpa, el me embaucó en esta temible aventura que nos llevará a buscar la diadema de diamantes de Lady Di a sitios tan recónditos y exóticos cómo la India o Gibraltar. Nos enfrentaremos a grandes peligros, dijo. A lo mejor no salimos vivos, dijo también. Por desgracia, esa noche yo me había pasado con el Don Perignon y estaba bastante contenta, creo recordar que despedí a un camarero por que no me gustaba que llevase barba ( es que odio a los hombres con barba) y luego me puse a llorar frente a un contenedor porque me dio el bajón al rememorar la antigua dieta de Mordisquitos( peladuras de platanos y altramuces). Entonces Grimaldi, aprovechando el momento, me ofreció embarcarnos la mañana siguiente en este tuburio que no tiene ni Wifi. Y cómo empecé a reírme de él por ser feo, para no quedar a mal, acepté.

Y aquí estoy. Tengo frío, me siento mal y la Blackberry no funciona. Creo que esta noche me tiraré por la borda.

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