martes, 27 de septiembre de 2011

El ladrón, Parte 2

Querida Daisy:

El asunto del ladrón está empezando a irse un poco de las manos. Grimaldi encerró a los tres sospechosos en la terraza NO VIP de nuestra mansión, amenazandoles de que no saldrían de allí hasta confesar.
El jardinero buenorro, al que de ahora en adelante llamaremos "EJB" empezó a llorar y a moquear y cosas así en plan vulgares, y decía que él no había sido, que le soltásemos que tenía un cachorrito de dálmata que mantener y que llevaba dos días sin comer. Presa del sentimentalismo y de su animadversión a Cruella De Vil, Grimaldi dejó que se fuera.
A la semana, tuvimos que limpiar la terraza porque hubo una fuga de gas radiactivo en el sótano, y nos obligaron a huir a dos kilómetros de distancia, y Conchita se nos escapó para no volver a aparecer más. Huyó hacial el bosque, por lo cuál deduzco que ha muerto o que ha sufrido una mutación y ahora es un sampedrito o un escarabajo. Que Dios se apiade de ella, porque yo no pienso volver a contratarla.

El último que nos queda es Winston. Mi fiel Winston. El que me traía a escondidas las cajetillas de puros de Marruecos. Grimaldi lo vigila día y noche, no duerme, no come, no hace NADA. Tiene los ojos inyectados en sangre, y yo creo que pronto va a cometer alguna locura.