martes, 19 de julio de 2011

El regreso de Mordisquitos

Querida Daisy:
Hoy he ido al picnic anual de los Grimaldi en su palacete de las Seychelles. El avión privado aterrizó con mucha fuerza, de ahí mi mareo matutino.

Después comimos un montón de cosas raras, entre ellas paté de rana y fuagrás.

La madre de Grimaldi (alias la loca de la colina) nos obliga a hablar con acento francés, por lo que todo tiene que acabar con acento : caviaguuuué, pajagóooo y así sucesivamente.

Asique decidí esconderme en uno de los jardines de la parte de atrás en la hora del té, porque sinceramente esa mujer me saca de mis casillas, y el día menos pensado voy a meterle el palo de golf por el sitio menos esperado.

Me encontraba ahí, tan tranquila, tomandome mi vasito de coñac ( porque a mí el té me da muchíisima grima) cuando apareció, toda asustada mi prima política, Roxanne. Iba de rosa cuál barbie, con unos zapatos de plataforma enormísimos, y chillaba despavorida pidiendo socorro.

Tiré el coñac dentro del tiesto de amapolas y me dispuse a socorrerla cómo buena persona que soy. Entre sollozos me contó que un horrible caimán se había comido su bolso de Prada.

Y entonces oí más gritos en la entrada, corrimos hacia allá, y vimos a un enorme cocodrilo comiendose las tartaletas de la madre de Grimaldi.

Y lo reconocí...¡era Mordisquitos!

Por quien no lo sepa, Mordisquitos era la mascota de mi familia. Lo trajo mi papi de un safari y aquí seguía, hartándose de pasteles. Lo tuvimos que tirar por la taza del inodoro porque se comió al gato, además de dos tortugas y al loro de los vecinos. Y eso de tener un caimán hablador era un poco raro, para qué mentir.

Pero el destino nos juntaba una vez más...

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