miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las cosas se ponen feúchas

Diario de A bordo:


Debido a los recientes acontecimientos en el barco ( lo de poner precio a mi cabeza y esas cosas) no he tenido demasiado tiempo para escribir.

Los marineros aparecieron el lunes en mi camarote con antorchas, pidiendo al capitán que me arrojase por la borda. El capitán, en un acto horrible de egoísta compasión se largó y dijo que le dejáramos en paz que él estaba viendo Águila Roja por canal por cable, con lo cuál me dejó sola con un montón de frikis armados.

Lo normal hubiése sido pedirles perdón, arrodillarme y suplicar clemencia, pero cómo no soy Grimaldi y mi instinto de supervivencia debe tener alguna especie de desarrollo lento, les tiré un escupitajo y salí corriendo hasta llegar a la cubierta cómo alma que lleva el diablo.

Acabé en la capilla, al lado del muñequito del niño Jesús, al que al pobre alguien había dibujado bigote y gafas, y me guardé el agua bendita por lo que pudiera pasar si me quedaba encerrada para siempre.

Dentro de un armario encontré un ajedrez y un montón de cartas de gente pidiendo cosas, que acabé comiéndome ( las cartas, no el ajedrez, claro está)

Mi tercer día encerrada sigo sin tener noticias de Grimaldi, y temo que pueda haberle pasado algo horrible. Con las cartas que no me como porque son de lugares cutres ( como Suecia) le hago camisetitas a Suso ( he llamado así al niño Jesús, temo volverme loca con la ausencia de seres humanos)

Planeo una escapada esta noche, aunque aún no sé cómo. Solo sé que va a doler. Te mantendré informado.


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