domingo, 30 de octubre de 2011

Víspera de la víspera de All Hollows Eve

Querida Daisy:
Llevo dos semanas al borde del suicidio. El cocinero se tiró por la borda la quinta noche debido a una especie de locura transitoria nocturna, por culpa, según fuentes totalmente erróneas, a mi parrillada del día anterior ( lo cuál, repito, es totalmente falso)

A causa de esto, hemos tenido que turnarnos para hacer la comida. Yo me negué, porque debido a mi status no puedo dejar que me vean entre fogones y con semejante atuendo, pero cómo aquí todo el mundo me odia, el miércoles me tocó.

No recuerdo muy bien qué pasó después de la explosión, lo que si sé es que únicamente pudimos salvar siete naranjas, un bote de garbanzos y un sobre de Sopinstant con sabor a pollo con perejil.



El capitán lo guardó bajo llave en la bodega, pero el viernes se lo dejó abierto.

Por casualidades del destino, Grimaldi, Escolástico y yo nos encontrábamos dando nuestro paseíto vespertino de los viernes, que siempre finalizamos en los suburbios del barco, dónde viven los vagabundos polizones y dónde se encuentra el fumadero clandestino de opio de Escolástico.

Vimos la despensa, con nuestro manjar ahí, en el medio, brillando, recordándonos que éramos unos muertos de hambre, y se nos fue totalmente el sentido ético y formal que nos caracteriza. Total, que nos lo comimos, y luego tiramos las sobras al mar para no dejar huellas de nuestro delito.

Los marineros sospechan de mí, para no variar, y tengo miedo de que les de una crisis vengativa de las suyas y recurran al canibalismo.



Oh Daisy, no sé que hacer

miércoles, 12 de octubre de 2011

En alta mar, día 2

Diario de a bordo:


Cómo bien sabrás, hoy es el día en el que Cristobal Colón demostró no tener ni puñetera idea de geografía al confundir la India con América. Cómo el pobre está muerto y no hay nadie que se pueda reír de él ni bailar sobre su tumba ( tengo que averiguar dónde está) en el barco vamos a hacer una parrillada a la que permitiré que acudan los esclavos ( perdón, marineros) para que se les pase ese odio infundado y carente de sentido que tienen hacia mi persona.



Hace un día maravilloso, pero mi Blackberry sigue sin funcionar, aunque sin Wifi tampoco iba a conseguir mucho. Supongo que me tendré que adaptar y vivir cómo vivían en la Edad Media, con tele analógica y discmans de los chinos.



También he llegado a la conclusión de que quiero una mascota. Pero no una mascota cualquiera. Quiero la cabra de la Legión. Grimaldi dice que eso es imposible, y más en un día cómo hoy, que se venera a las cabras legionarias cómo si fuesen Dios o Justin Bieber, pero es que he leído en Vogue que este otoño se va a llevar el estilo militar, y necesito complementos.



En el desayuno he conocido a dos plebeyos que harán de guías en nuestras expediciones, se llaman Eustaquio y Escolástico. No sé si son chicos o chicas, son cómo esos japoneses andróginos de los que no sabes si aterrarte o tirarles ficha, tendré que averiguarlo también.

Me voy a dar una ducha/baño o lo que quiera que se pueda llamar así en este antro. Te mantendré informado





martes, 11 de octubre de 2011

We are in the sea, the wild sea

Diario de a bordo:
Mi primer día en alta mar ha sido algo horrible. Para empezar, comí una mariscada en mal estado y me puse fatal fatal, llevo toda la noche en el baño. Los desagradecidos de los marineros no se han ofrecido a traerme ningún medicamento, solo porque les obligué a cenar en el suelo y les quemé las sillas para demostrar mi supremacía divina para con ellos. Ah, y su mariscada se la dí a los gatos/ratas, y se lo sustituí por algo mucho más nutritivo: sopa de ajo. Ay que ver que gente tan rencorosa.

Grimaldi me da ánimo y consuelo. En realidad fue su culpa, el me embaucó en esta temible aventura que nos llevará a buscar la diadema de diamantes de Lady Di a sitios tan recónditos y exóticos cómo la India o Gibraltar. Nos enfrentaremos a grandes peligros, dijo. A lo mejor no salimos vivos, dijo también. Por desgracia, esa noche yo me había pasado con el Don Perignon y estaba bastante contenta, creo recordar que despedí a un camarero por que no me gustaba que llevase barba ( es que odio a los hombres con barba) y luego me puse a llorar frente a un contenedor porque me dio el bajón al rememorar la antigua dieta de Mordisquitos( peladuras de platanos y altramuces). Entonces Grimaldi, aprovechando el momento, me ofreció embarcarnos la mañana siguiente en este tuburio que no tiene ni Wifi. Y cómo empecé a reírme de él por ser feo, para no quedar a mal, acepté.

Y aquí estoy. Tengo frío, me siento mal y la Blackberry no funciona. Creo que esta noche me tiraré por la borda.